Abstract
La Política Exterior de España durante la I Guerra Mundial
(Curso de Relaciones Internacionales, Las Palmas, 3 de Abril de 2014)
(Dr. Francisco J. Romero Salvadó, University of Bristol)
Cuando las hostilidades estallaron en el continente europeo, el gobierno conservador presidido por Eduardo Dato rápidamente declaró la neutralidad oficial española. Tal decisión no era sorprendente dada la debilidad militar y económica del país y la falta de ningún acuerdo vinculante con los bloques beligerantes ni intereses en un conflicto lejano en los Balcanes. La contienda, además, ofrecía a España jugar un día un papel destacado como mediador y así ganar en el terreno diplomático lo que nunca se conseguiría en el militar.
La declaración de neutralidad fue en general bien recibida en todo el país. La mayor excepción fue la publicación de un artículo del Conde Romanones, jefe del otro partido dinástico (el Partido Liberal), titulado “Neutralidades que matan”. Tal editorial constituía una audaz iniciativa en favor de abandonar el tradicional aislacionismo internacional, recuperar un papel importante en el concierto europeo y además posiblemente engrandecer el imperio colonial. Visto el rechazo general, Romanones pronto dio marcha atrás y expresó su identificación con el gobierno.
La prolongación del conflicto puso fin al consenso inicial en torno a la neutralidad. En general, la mayoría de la clase gobernante (con destacadas excepciones como Romanones) temía su impacto y, por consiguiente, adoptó la actitud del avestruz: enterrar la cabeza en la arena, ignorar el cataclismo bélico más allá de la frontera y esperar que el conflicto les ignorase a ellos. Por el contrario, las élites culturales y sociales urbanas se identificaron con los bandos beligerantes. Percibían la guerra como un choque ideológico en el que cada bando simbolizaba valores trascendentales. La agria y apasionada polémica reveló las tensiones vitales dentro de la sociedad y adquirió el carácter de una guerra civil dialéctica entre dos visiones contrapuestas sobre el futuro de España.
Defendida con capa y espada hasta el final de la contienda, esta ponencia se centrará en tres etapas diferentes. Una primera fase de `neutralidad cuestionada’ coincidiría con el gobierno del Conde de Romanones (diciembre de 1915 a abril de 1917). Representó el punto álgido de la polarización del país y se caracterizó por el pulso mantenido entre el primer ministro con los Imperios Centrales y sus poderosos aliados en España. Su conclusión solo podía ser el abandono de la neutralidad oficial o la caída del gobierno, algo que sucedió en abril de 1917 debido a la intervención personal del Rey Alfonso XIII. A partir de ese momento, la cuestión internacional pasó a un segundo plano ante la urgencia adquirida por el deterioro de la situación doméstica. Sin embargo, la neutralidad aún jugó un papel importante como `instrumento’ al servicio del régimen para derrotar el desafío revolucionario durante el verano de 1917. Durante la última fase de la guerra en la primavera y verano de 1918, durante el gobierno nacional de Antonio Maura, la defensa a ultranza de la neutralidad (una `neutralidad obligada’ debido al veto del rey y sus fuerzas armadas) adquirió visos de capitulación, impotencia y hasta ridículo.
(Curso de Relaciones Internacionales, Las Palmas, 3 de Abril de 2014)
(Dr. Francisco J. Romero Salvadó, University of Bristol)
Cuando las hostilidades estallaron en el continente europeo, el gobierno conservador presidido por Eduardo Dato rápidamente declaró la neutralidad oficial española. Tal decisión no era sorprendente dada la debilidad militar y económica del país y la falta de ningún acuerdo vinculante con los bloques beligerantes ni intereses en un conflicto lejano en los Balcanes. La contienda, además, ofrecía a España jugar un día un papel destacado como mediador y así ganar en el terreno diplomático lo que nunca se conseguiría en el militar.
La declaración de neutralidad fue en general bien recibida en todo el país. La mayor excepción fue la publicación de un artículo del Conde Romanones, jefe del otro partido dinástico (el Partido Liberal), titulado “Neutralidades que matan”. Tal editorial constituía una audaz iniciativa en favor de abandonar el tradicional aislacionismo internacional, recuperar un papel importante en el concierto europeo y además posiblemente engrandecer el imperio colonial. Visto el rechazo general, Romanones pronto dio marcha atrás y expresó su identificación con el gobierno.
La prolongación del conflicto puso fin al consenso inicial en torno a la neutralidad. En general, la mayoría de la clase gobernante (con destacadas excepciones como Romanones) temía su impacto y, por consiguiente, adoptó la actitud del avestruz: enterrar la cabeza en la arena, ignorar el cataclismo bélico más allá de la frontera y esperar que el conflicto les ignorase a ellos. Por el contrario, las élites culturales y sociales urbanas se identificaron con los bandos beligerantes. Percibían la guerra como un choque ideológico en el que cada bando simbolizaba valores trascendentales. La agria y apasionada polémica reveló las tensiones vitales dentro de la sociedad y adquirió el carácter de una guerra civil dialéctica entre dos visiones contrapuestas sobre el futuro de España.
Defendida con capa y espada hasta el final de la contienda, esta ponencia se centrará en tres etapas diferentes. Una primera fase de `neutralidad cuestionada’ coincidiría con el gobierno del Conde de Romanones (diciembre de 1915 a abril de 1917). Representó el punto álgido de la polarización del país y se caracterizó por el pulso mantenido entre el primer ministro con los Imperios Centrales y sus poderosos aliados en España. Su conclusión solo podía ser el abandono de la neutralidad oficial o la caída del gobierno, algo que sucedió en abril de 1917 debido a la intervención personal del Rey Alfonso XIII. A partir de ese momento, la cuestión internacional pasó a un segundo plano ante la urgencia adquirida por el deterioro de la situación doméstica. Sin embargo, la neutralidad aún jugó un papel importante como `instrumento’ al servicio del régimen para derrotar el desafío revolucionario durante el verano de 1917. Durante la última fase de la guerra en la primavera y verano de 1918, durante el gobierno nacional de Antonio Maura, la defensa a ultranza de la neutralidad (una `neutralidad obligada’ debido al veto del rey y sus fuerzas armadas) adquirió visos de capitulación, impotencia y hasta ridículo.
Translated title of the contribution | Spain's Foreign Policy during the Great War |
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Original language | Spanish |
Publication status | Unpublished - 3 Apr 2014 |
Event | Curso de Relaciones Internacionales organizado por la Universidad de Gran Canaria y el Cabildo de Las Palmas (3 Abril 2014) - Las Palmas (Canary Islands), Las Palmas de Gran Canaria, Spain Duration: 3 Apr 2014 → 3 Apr 2014 |
Conference
Conference | Curso de Relaciones Internacionales organizado por la Universidad de Gran Canaria y el Cabildo de Las Palmas (3 Abril 2014) |
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Country/Territory | Spain |
City | Las Palmas de Gran Canaria |
Period | 3/04/14 → 3/04/14 |
Keywords
- World War I